En The Gap: The Science of What Separates Us from Other Animals, el profesor de psicología Thomas Suddendorf analiza la pregunta sobre la que los filósofos han debatido durante miles de años: ¿qué hace a los seres humanos únicos entre todas las demás especies que existen hoy en día, sin mencionar los millones de años que la vida ha existido en este planeta?
Por supuesto, analiza rasgos tales como el lenguaje, la agricultura, las herramientas y la colaboración, pero observa que «si se baja el nivel, se puede concluir que los loros pueden hablar, las hormigas tienen su forma de agricultura, los cuervos fabrican herramientas y las abejas cooperan a gran escala».
Si bien es cierto que nosotros definitivamente sobresalimos en la mayor parte de las cosas que otros animales pueden hacer, Suddendorf sugiere que hay dos características principales que realmente nos diferencian: «Nuestra capacidad de composición abierta para imaginar y reflexionar sobre diferentes situaciones, y nuestro profundo impulso para vincular nuestras mentes para crear escenarios».
Ahí es donde aparece el juego. Mientras que muchos otros animales simplemente usan el juego como un vínculo social (imagine dos cachorros de golden retriever peleándose), los seres humanos utilizan el juego como una forma de despertar la imaginación en nosotros mismos y en los demás a fin de crecer, aprender e influir en el mundo que nos rodea.
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El motivo de jugar
Jugar es quizás nuestro primer acto consciente y es una parte fundamental de lo que significa ser humano. Desde el momento en que un bebé puede sonreír, su madre jugará a cu-cú o hará ruidos hasta conseguir hacerle reír. Con ese primer chillido habrá dado comienzo una vida de juego. Desde la infancia hasta el final de la adolescencia, la sociedad da prioridad a ofrecerle juguetes, actividades y mucho tiempo no estructurado con la familia y amigos para jugar, construir, crear y actuar.
Pero una vez que llega al mundo del trabajo, podría parecer que el juego es menos importante, ya que es más difícil acceder a él debido a las responsabilidades cotidianas. Sin embargo, jugar es importante tanto para los adultos como para los niños, especialmente cuando se trata de ser un buen compañero de trabajo. Estas son las seis principales razones:
1. Jugar nos hace más positivos

Según el investigador sobre el juego, el Dr. Stuart Brown, «los adultos que no juegan a menudo suelen ser personas rígidas, sin sentido del humor, inflexibles y cerradas a la hora de probar nuevas opciones». Entonces, podemos suponer que los adultos que juegan tienen más probabilidades de adaptarse y afrontar las situaciones con buen humor y una mente abierta.
2. Jugar mejora la memoria

En los Annals of the Brazilian Academy of Sciences, la pionera neurocientífica Marian Diamond descubrió que jugar afecta tanto al tamaño del cerebro como a la química. Como resultado, los sujetos adultos que fueron expuestos a entornos más enriquecidos y lúdicos pudieron desarrollar nuevas células nerviosas en un área del cerebro que afecta al procesamiento de la memoria.
3. Jugar aumenta la motivación

En la revista European Journal of Humour Research, el profesor de psicología René Proyer descubrió que los adultos que juegan experimentan mayor satisfacción con la vida, lo que aumenta la motivación para completar las tareas. Y en su libro Beyond Boredom and Anxiety: The Experience of Play in Work and Games, el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi descubrió que el mismo tipo de concentración que se produce cuando jugamos también puede ocurrir en el trabajo, lo que hace que la gente se olvide del reloj o de los incentivos empresariales y convierte el propio proceso laboral en la recompensa.
4. Jugar aumenta la satisfacción en el trabajo

En la revista International Journal of Technology Management, la experta en política sanitaria, Ping Yu, y su equipo realizaron un estudio entre casi 1.500 profesionales taiwaneses que reveló que el juego estaba positivamente relacionado tanto con la satisfacción como con el rendimiento en el trabajo.
5. Jugar fomenta la innovación

Stuart Brown argumenta que el juego debe ser su principal iniciativa corporativa porque «mejora la capacidad para innovar, adaptarse y dominar las circunstancias en constante cambio. No es solo una vía de escape. Nos puede ayudar a integrar y reconciliar circunstancias difíciles o contradictorias». Esto es enormemente importante cuando se trata de lidiar con la naturaleza imprevisible de muchos trabajos. Una mente lúdica es más probable que haga frente a cualquier reto que el trabajo pueda generar y aporte soluciones innovadoras.
6. Jugar reduce el estrés

En la revista académica Leisure Sciences, los investigadores Cale Magnuson y Lynn Barnett descubrieron que los adultos que juegan presentan menos estrés en su vida y poseen mejores habilidades para sobrellevar determinadas situaciones. Según su investigación, «los individuos que juegan, aunque no necesariamente experimentan menos estrés, pueden poseer una perspectiva diferente durante el proceso de evaluación inicial. Eso puede hacer que las personas que juegan evalúen aquello que normalmente sus compañeros menos lúdicos considerarían un hecho estresante como algo que no supera sus recursos y, por lo tanto, como mucho menos estresante».
Tenga en cuenta que no todos los adultos juegan igual. En la revista académica Personality and Individual Differences, Proyer esbozó los cuatro tipos básicos de adultos que juegan: los extremadamente juguetones, los desenfadados y despreocupados, los que prefieren jugar con pensamientos e ideas y aquellos que son más antojadizos y se entretienen con pequeñas observaciones cotidianas.
La incorporación del juego en el día a día
Jugar es tan importante para nuestro bienestar como comer los alimentos correctos, hacer ejercicio y dormir bien por la noche. En su charla TED sobre la importancia del juego, Brown afirmó que, «lo opuesto del juego no es el trabajo, es la depresión». Una vida sin juego puede conducir a sentimientos de irritabilidad, rigidez y victimización. Eso significa que jugar, al igual que dormir, no puede esperar hasta sus próximas vacaciones: tiene que formar parte de la vida diaria.
La buena noticia es que se puede jugar en cualquier lugar, incluso en la oficina. Las características del juego suelen ser la diversión, la espontaneidad y la interactividad. Y se pueden alcanzar fácilmente con una partida rápida en el teléfono entre reuniones, participando en una competición de fitness con sus compañeros, dejando para otro momento la cafetería para jugar un partido rápido de fútbol con sus amigos a la hora del almuerzo o incluso proponiéndose a sí mismo un desafío como terminar una tarea rutinaria en un tiempo récord. Para obtener más ideas para incorporar el juego a la oficina, consulte nuestros artículos sobre juegos infantiles para mejorar la vida de trabajo y actividades para fomentar la innovación.
Después del trabajo, dedique al menos un poco de tiempo para hacer algo divertido, como tocar un instrumento, leer un libro, hacer un crucigrama o trabajar en un proyecto paralelo. Tenga en cuenta su tipo de personalidad para encontrar el estilo de juego que recarga sus pilas; si es una persona a la que le gusta más hacer puzles, un deporte extremo puede desanimarle tanto como no jugar en absoluto.